Se une el GOP a la idea de buscar una solución militar al problema de drogas; AMLO se opone

By Staff

Washington— La primera vez que Donald Trump habló en privado sobre disparar misiles a México para destruir laboratorios de drogas, hasta donde sus antiguos asistentes pueden recordar, fue a principios de 2020.
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Y la primera vez que esos comentarios se hicieron públicos fue cuando su segundo secretario de Defensa, Mark Esper, escribió en sus memorias que Trump se lo había planteado y le había preguntado si Estados Unidos podía hacer parecer que otro país era el responsable. Esper describió la idea como ridícula.

Sin embargo, en lugar de condenar la idea, algunos republicanos acogieron públicamente la noticia de que Trump había querido usar la fuerza militar contra los cárteles de la droga en suelo mexicano, y sin el consentimiento del gobierno de México. La noción de Trump de una intervención militar al sur de la frontera ha evolucionado rápidamente de una fantasía de la Oficina Oval a algo que se acerca a la doctrina del Partido Republicano.

Durante la campaña presidencial y en el escenario del debate republicano en California la semana pasada, casi todos los candidatos de derecha han defendido versiones de un plan para enviar tropas de Operaciones Especiales de Estados Unidos a territorio mexicano para matar o capturar a miembros de los cárteles de la droga y destruir sus laboratorios y centros de distribución. En el Capitolio, los legisladores republicanos redactaron una amplia autorización para el uso de la fuerza militar contra los cárteles, haciéndose eco de los poderes de guerra que el Congreso otorgó al ex presidente George W. Bush antes de las invasiones de Afganistán e Irak. También han presionado para que se designe a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, una idea relacionada con la que Trump coqueteó como presidente pero se echó atrás después de que México se opuso vehementemente. Ahora, si Trump regresa a la Casa Blanca en 2025, ha prometido impulsar las designaciones y desplegar tropas de Operaciones Especiales y fuerzas navales para, como él mismo dijo, declarar la guerra a los cárteles.

La atracción del Partido Republicano (GOP) por buscar una solución militar al problema de las drogas es un recordatorio de que el GOP –a pesar de su giro populista hacia el antiintervencionismo en los años de Trump y el crecimiento de una facción que se opone a armar a Ucrania contra la invasión de Rusia– todavía recurre a la fuerza armada para abordar algunos problemas complejos e intratables. El propio Trump ha sido una especie de contradicción ambulante cuando se trata del uso de la fuerza en el extranjero, ya que alternativamente quiere retirar la participación de Estados Unidos en el extranjero y amenaza con lanzar bombas contra enemigos como Irán.

Los planes han enojado a los funcionarios en México. Su presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha denunciado las propuestas como escandalosas e inaceptables. Ha pasado más de un siglo desde que EU envió personal militar a México sin el consentimiento de su gobierno.

México tiene una amarga historia con la interferencia estadounidense: gran parte del suroeste de Estados Unidos era parte de México antes de que lo tomara por la fuerza a mediados del siglo XIX. Hasta el día de hoy, México generalmente no permite que agentes estadounidenses armados lleven a cabo operaciones en su territorio, a diferencia de otros países latinoamericanos que han acordado operaciones conjuntas con la Agencia Antidrogas (DEA) e han invitado al gobierno de Estados Unidos a ayudar a entrenar, equipar y apoyar a sus propias fuerzas de seguridad.

Los analistas también advierten sobre el potencial de que una acción militar cause daños económicos significativos. Los planes podrían romper la relación de EU con México, su mayor socio comercial, y restringir otros tipos de cooperación, incluido el arresto y la extradición de criminales y los esfuerzos de México para disuadir a los migrantes de intentar cruzar ilegalmente a Estados Unidos. Algunos republicanos ven la amenaza de enviar militares al país vecino como una herramienta de negociación para obligar a los funcionarios mexicanos a ser agresivos con los cárteles.

Generalmente, el derecho internacional prohíbe a un país utilizar la fuerza militar en suelo soberano de otra nación sin su consentimiento, excepto con el permiso del Consejo de Seguridad de la ONU o en casos de legítima defensa. Pero EU ha adoptado la posición de que puede usar legalmente la fuerza unilateralmente en el territorio de otra nación si su gobierno no puede o no quiere suprimir una amenaza no estatal que emana de él, como la amenaza de un grupo terrorista.

Los republicanos han descrito las redes criminales de narcotráfico mexicanas como una amenaza a la seguridad nacional, y algunos llaman al fentanilo un arma de destrucción masiva.

Los estadounidenses gastan muchos miles de millones de dólares al año en cocaína, heroína y otras drogas ilegales. Durante décadas, el mercado negro creado por esa demanda ha sido abastecido en gran medida por operaciones criminales de contrabando a lo largo de la frontera de 2 mil millas con México. Pero el auge del fentanilo (un opioide sintético potente y de acción rápida que puede fabricarse a bajo precio a partir de productos químicos) ha creado una crisis. El narcótico se ha relacionado con más de dos tercios de las casi 110 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos el año pasado, y los legisladores de ambos partidos han estado buscando desesperadamente soluciones.

La frustración también ha aumentado con el gobierno mexicano, cuyo presidente ha abogado por una política de “abrazos, no balazos” para hacer frente a los delitos relacionados con las drogas, después de que las medidas enérgicas contra los líderes de los cárteles por parte de administraciones anteriores condujeron a una violencia generalizada. Los cárteles, que se asemejan a organizaciones paramilitares de alta tecnología, han tomado el control de grandes áreas en México y han corrompido a muchos funcionarios del gobierno y de las fuerzas del orden.

La administración Biden, al igual que administraciones anteriores de ambos partidos, ha tratado de asociarse con el vecino país para frenar el flujo de drogas y ha descartado explícitamente una acción militar.

Chris Landau, quien fue embajador de Trump en México de 2019 a 2021, dijo que la idea de usar la fuerza militar en un país fronterizo era una mala idea que solo empeoraría las cosas. Advirtió que podría crear un nuevo “atolladero”, invocando las consecuencias de las intervenciones militares en Irak y Afganistán.

Foto cortesía

The New York Times / Una patrulla pasa por campos que fueron quemados en un conflicto entre cártelesThe New York Times

Por admin

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