Muchos piensan que tienen alergia o gripa.

En nuestra cama suelen esconderse diminutos habitantes capaces de perturbar nuestra paz y salud sin siquiera ser visibles al ojo humano: los ácaros del polvo. Esos microscópicos seres buscan lugares cálidos y húmedos como hogar, por lo que nuestras sábanas, almohadas y colchón son lugares perfectos, además de que se alimentan de las células de piel que desprendemos. Hay varias señales para saber que tienes que hacer una limpieza profunda para evitar ser víctima de estos familiares de las arañas.

La Clínica Mayo señala que la alergia a los ácaros se manifiesta de formas que pueden confundirse fácilmente con la fiebre, pues hay estornudos y congestión nasal, pero si no atiendes esto de manera oportuna, puede escalar a problemas más serios como el asma.

¿Qué señales indican que hay ácaros en tu cama?

Estornudos recurrentes y goteo nasal: Signos iniciales que pueden confundirse con un resfriado común, pero su persistencia podría indicar una reacción alérgica a los ácaros.

Ojos irritados y llorosos: La exposición a estos microscópicos intrusos puede provocar enrojecimiento y picazón ocular, síntomas que a menudo se acompañan de una sensación de picazón en nariz, paladar o garganta.

Congestión nasal y dificultad para respirar: La inflamación de las fosas nasales no solo dificulta la respiración sino que puede derivar en tos, dolor facial y hasta una característica piel azulada bajo los ojos.

Insomnio: Los ácaros pueden perturbar tu descanso, causando dificultad para dormir debido a la falta de aire, tos o sibilancias

Reacciones asmáticas: En aquellos con asma, el contacto con ácaros puede intensificar los síntomas, incluyendo opresión en el pecho y episodios agudos de tos o sibilancia.

Manifestaciones en la piel: Una alergia severa puede provocar eczema o incrementar la frecuencia y gravedad de los ataques de asma.

¿Cómo prevenir las afectaciones por los ácaros?

Reducir la presencia de ácaros en nuestro entorno pasa por adoptar medidas preventivas en nuestro hogar. La eliminación de alfombras, la limitación de objetos que acumulen polvo como peluches y libros, y la preferencia por colchones y almohadas no fabricados con lana es algo esencial.

Ten una rutina de limpieza para evitar tener ácaros

Proteger la ropa de cama con cubiertas antiácaros y mantener una higiene rigurosa, lavando las sábanas con agua caliente semanalmente es algo que no puedes saltar. Además, controlar la humedad ambiental por debajo del 60% y evitar la proliferación de ambientes húmedos y cerrados contribuyen significativamente a disminuir su número, esto lo puedes hacer con dispositivos especiales para esto, aunque sería un último paso y poco necesario si haces todo lo demás. En conclusión: la clave es la higiene.

Por MOISÉS SÁNCHEZ
ESTILO DE VIDA

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