Tras un trayecto a EU que incluyó ser extorsionados por policías mexicanos, migrantes nicaragüenses permanecieron a la intemperie en el Centro

By Staff

Conforme caía la tarde, el frío se sentía con mayor fuerza y los escasos rayos de sol que se asomaban entre las nubes eran aprovechados por Paulina, una inmigrante nicaragüense que fue liberada por la Patrulla Fronteriza en las inmediaciones del barrio Duranguito, en la zona Centro, junto con más de un centenar de sus paisanos.

Ella, al igual que cientos de sus compatriotas, logró cruzar la frontera después de más de mes y medio de travesía por varios países, en los que enfrentó el peligro y sufrimiento. Sin embargo, a pesar de la adversidad afirmó que valió la pena.

“Tengo sentimientos encontrados porque por una parte tengo muchos temores y por otra estoy feliz de haber llegado a este país”, dijo mientras se frotaba sus brazos en un intento por desaparecer el frío que sentía en su cuerpo.

Conforme transcurrían los minutos y se acercaba la noche las bajas temperaturas mezcladas con el viento se hacían presentes en las gélidas calles del sur de El Paso. El termómetro marcaba casi los cero grados centígrados.

Una pantalonera, una blusa, una chamarra ligera y una cobija proporcionada por personal de El Paso Hunger eran su escudo contra el frío hasta ese momento.

“Me dijeron que aquí en el norte hace mucho frío y ya lo estoy sintiendo más”, expresó, temerosa de pasar una segunda noche más a la intemperie junto con sus compañeros de viaje.

Xóchitl, otra de las mujeres refugiadas, dijo también sufrir de la helada que a esa hora azotaba en la región fronteriza. “No estamos acostumbrados a estas temperaturas, nuestro país es muy caliente y aquí parece que estamos en un refrigerador”, manifestó mientras abrazaba con fuerza a su pequeño hijo.

Desde el pasado domingo por la noche, cientos de refugiados liberados han invadido las calles del primer cuadro de la ciudad en espera de hacer contacto con sus familiares o patrocinadores para poder viajar y reunirse con ellos.

La ola de migrantes tomó prácticamente por sorpresa a las autoridades locales, las cuales esperaban la avalancha a partir del 21 de diciembre (fecha en que se dará el levantamiento de la orden de salud pública del Título 42 y dará fin a las expulsiones de migrantes que ingresan ilegalmente al país), fueron incompetentes para proveerles albergue a los refugiados.

La caridad de los paseños una vez más se hizo presente al llevarles comida caliente, ropa, zapatos y chamarras. “Me enteré que estas personas estaban necesitadas de alimentos y ropa y vine a proveerlos para que el sufrimiento sea un poco menos”, dijo Esteban mientras platicaba con los refugiados. Otros llevaron café y chocolate caliente, pizzas y pan dulce.

“Siento alegría al poder dar poquito de lo que a uno le sobra. En realidad a veces uno se queja de que no tenemos nada, pero la verdad es que tenemos de más y viendo a esta gente pues se le parte a uno el corazón y quisiera uno poderles darles más, pero se les da en la medida que uno puede compartirles”, dijo la señora Aída, luego de repartirles los víveres.

Para el juez del condado Ricardo Samaniego esta problemática se avizoraba desde hace tiempo luego del fallo de un juez federal de terminar el Título 42, por lo que se ha estado trabajando para enfrentarla.

“Después del 21 de diciembre, la presencia de migrantes en la ciudad podría ser de 4 mil a 4 mil 500 por día, lo que duplicaría las detenciones que tenemos en este momento”, manifestó Samaniego.

Agregó que el que los migrantes estén cerca de la frontera les causa una sensación de desesperación provocando un cruce masivo en tiempos cortos. “Estar del otro lado no es tan atractivo para ellos, por lo que comienzan a cruzar como lo hicieron el pasado domingo antes del levantamiento del Título 42”, apuntó el juez del condado.

Agregó que por lo pronto, el Condado de El Paso firmó un acuerdo con el albergue Misión de Rescate para tener más camas para migrantes, ya que los refugios están llenos. Las iglesias también se han sumado a la contingencia y abrieron sus puertas para recibirlos como la parroquia del Sagrado Corazón, ubicada en el Segundo Barrio.

El representante federal Tony Gonzales, republicano por el distrito 23 que abarca de San Antonio a El Paso, dijo que el aumento de inmigrantes que está experimentando esta región se convertirá en la nueva normalidad después del 21 de diciembre.

Por mientras, migrantes como Paulina continuarán llegando a territorio estadounidense en su afán por lograr el beneficio del asilo político y alcanzar el tan anhelado ‘sueño americano’, sin importar el riesgo y sufrimiento que implica.

Los refugiados coincidieron en que El Paso no es la opción para radicar en este país sino otras ciudades, ubicadas en los estados de California, Chicago, New York, Iowa, Florida, entre otros.

Jaime Torres / El Diario de El Paso / Migrantes en la intemperie

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